Extracto de "El niño desde el nacimiento a los tres años" del Dr. William Sears y Martha Sears.
Recuerda que a las demás personas les resulta muy fácil aconsejarte que dejes llorar al bebé. Ellas no están allí a las tres de la madrugada, ni tiene, como tú, ninguna programación biológica para responder a la llamada de tu hijo. El llanto del bebé moviliza en la madre una sensibilidad que la lleva a atenderlo inmediatamente, no a contener su impulso.
Dejar llorar al bebé tiene dos efectos. Primero, el niño descubre que ya no funcionan las señales en que ha aprendido a confiar y que usa seguro de obtener una respuesta. Eso lo confunde y es posible que disminuya su confianza en la buena disposición de su entorno. Segundo, te produce a ti algo indeseable. Al frenarte en el seguimiento de tus instintos, te desensibilizas a tu propia intuición biológica, y al hacerlo pones en peligro una de las cualidades maternas más valiosas: tu sensibilidad.
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